1 may 2014

FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO 2014


En la FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO, la Misa se realizo por todos los trabajadores, en la ocasión hubo Bendición de las Manos a todos los obreros presente en la celebración.

El presbítero Carlos Merlo, Párroco, expreso en su homilía que ""El Evangelio de la Misa nos muestra que a Jesús lo conocen en Nazareth por su trabajo. Cuando vuelve Jesús a su tierra, sus vecinos decían: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es su madre María?... En otro lugar se dice que Jesús siguió el oficio del que le hizo las veces de padre aquí en la tierra, como ocurre en tantas ocasiones: ¿No es este el carpintero, hijo de María? Mc. 6,3. El trabajo quedó santificado al ser asumido por el Hijo de Dios y, desde entonces, puede convertirse en tarea redentora, al unirlo a Cristo Redentor del mundo.

La fatiga, el esfuerzo, las condiciones duras y difíciles, consecuencia del pecado original, se convierten con Cristo en valor sobrenatural inmenso para uno mismo y para toda la humanidad. Sabemos que el hombre ha sido asociado a la obra redentora de Jesucristo, «que ha dado una dignidad eminente al trabajo ejecutándolo con sus propias manos en Nazareth».  GS67

Cualquier trabajo honesto puede llegar a ser tarea que perfecciona a quien lo realiza, a la sociedad entera, y puede convertirse en medio para ayudar a otros a través de la comunión que existe entre todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Pero para esto es necesario no olvidar el fin sobrenatural, además del humano, que deben tener todos los actos de la vida, incluso los que se presentan como más duros y difíciles: por ejemplo los obreros que trabajan en la refacción del templo parroquial, mientras que para uno al preguntársele que hace podrá decir  “pego ladrillos”, otro podrá decir “estoy edificando la casa de Dios”.
Se trata de descubrir el trabajo que uno realiza como parte de un proyecto mas grande; y a la vez identificarse con el Señor que nos edifica a nosotros que somos su templo vivo con paciencia y esfuerzo. Ahora bien, si por ignorancia o por desprecio no lo logra, llegará a odiar su “trabajo”. Un efecto similar puede darse cuando el fruto o el resultado del trabajo (no su retribución económica, sino lo que se ha “trabajado”, “elaborado” o “hecho”) se pierde en una lejanía de la que casi no se tiene noticia. Ese trabajo, evidentemente, no dignifica, no santifica, difícilmente servirá para desarrollar la propia personalidad y ser un bien para la sociedad.
Pensemos hoy, junto a San José, en el amor y aprecio que tenemos a nuestra tarea, el cuidado que ponemos en acabarla con perfección, la puntualidad, el prestigio profesional, la placidez con que lo llevamos a cabo, la consideración y el respeto que tenemos por todo trabajo, la laboriosidad... Si nuestro quehacer está humanamente bien hecho, podremos decir con la liturgia de la Misa de hoy: Señor, Dios nuestro, fuente de misericordia, acepta nuestra ofrenda en la fiesta de San José obrero, y haz que estos dones se transformen en fuente de gracia para los que te invocan; que está en la oración sobre las ofrendas que dentro de minutos el sacerdote pronunciará al iniciar la liturgia de la eucaristía.
La obra bien hecha es la que se lleva a cabo con amor. Apreciar la propia profesión, el oficio al que nos dedicamos es, quizá, el primer paso para dignificarlo y para elevarlo al plano sobrenatural. Debemos poner el corazón en lo que tenemos entre manos, y no hacerlo «porque no hay más remedio». Quiere decir que él cumple únicamente por la ganancia y que ha dejado que su espíritu se vaya lejos de la labor que le ocupa las manos. Porque él tiene su labor por muy bruta."



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