20. La formación es vital en un cristiano, supone adquirir una forma, la de Cristo, que no implica mero estudio académico, sino un estudio orante del contenido de nuestra fe para que empape nuestra mente, nuestro corazón, todos los aspectos de nuestra persona.
Necesitamos conocer más y mejor a Dios para saber a quién tratamos y amarlo más. Profundizar en la Doctrina Católica –en las cosas de Dios-, nos hace capaces de fundamentar nuestra creencia –dar razón de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15)-, y asentar de esta manera nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad sobre cimientos sólidos, y no sobre el vaivén de los sentimientos. Hoy, tal vez más que en otras épocas, la gente busca respuesta a muchos interrogantes de la propia existencia, y la respuesta está en Cristo. Quieren saber, con argumentos que ilustren la razón, quién y cómo es Dios, si es cercano o distante, cómo acceder a Él. Buscan, aún sin saberlo, el misterio de Cristo Redentor, misterio que atrae cuando sabemos mostrarlo con profundidad en su esplendor.
21. No menospreciemos la capacidad de conocer a Dios de nuestro pueblo; bastantes no tuvieron oportunidad de completar sus estudios, pero esto no significa que deban recibir un conocimiento parcial o superficial de los misterios de Dios y del mensaje de salvación. Las circunstancias
culturales de esos hermanos nuestros exigen de los agentes de pastoral una mayor preparación para darles el contenido en toda su hondura, sin recortes: no se trata de llegar solo a sentimientos, sino a la cabeza y a la voluntad.
Necesitamos conocer más y mejor a Dios para saber a quién tratamos y amarlo más. Profundizar en la Doctrina Católica –en las cosas de Dios-, nos hace capaces de fundamentar nuestra creencia –dar razón de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15)-, y asentar de esta manera nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad sobre cimientos sólidos, y no sobre el vaivén de los sentimientos. Hoy, tal vez más que en otras épocas, la gente busca respuesta a muchos interrogantes de la propia existencia, y la respuesta está en Cristo. Quieren saber, con argumentos que ilustren la razón, quién y cómo es Dios, si es cercano o distante, cómo acceder a Él. Buscan, aún sin saberlo, el misterio de Cristo Redentor, misterio que atrae cuando sabemos mostrarlo con profundidad en su esplendor.
21. No menospreciemos la capacidad de conocer a Dios de nuestro pueblo; bastantes no tuvieron oportunidad de completar sus estudios, pero esto no significa que deban recibir un conocimiento parcial o superficial de los misterios de Dios y del mensaje de salvación. Las circunstancias
culturales de esos hermanos nuestros exigen de los agentes de pastoral una mayor preparación para darles el contenido en toda su hondura, sin recortes: no se trata de llegar solo a sentimientos, sino a la cabeza y a la voluntad.
La transmisión de nuestra fe
22. Debemos transmitir la verdad sobre el hombre, su creación y su fin; cuál es el comportamiento adecuado a la plenitud de su naturaleza y que lo hará feliz; es de interés lo referente al más allá, nuestro destino eterno y sobre el modo de alcanzarlo: no parecen temas menores.
Urge profundizar en las exigencias de la vida cristiana, de los Mandamientos, que son carriles para una conducta feliz y en plenitud, y no imposiciones arbitrarias o de otra época; si faltaran estas luces, nuestra vida podría quedar fácilmente gobernada por las pasiones, las modas,
lo que hacen todos. Dios da sus luces, pero cuenta con nuestro esfuerzo para conocer lo que nos ha revelado. La vida cristiana requiere ahondar en las Sagradas Escrituras, en el valor de la oración y en los modos de orar para hacerlos vida. Nuestro cariño y alegría cristianas son cauce para
que Dios mueva a las personas a buscarlo, pero cuenta con que sepamos transmitir el mensaje de salvación, profundizando en su contenido, haciéndolo vida. El Espíritu Santo premiará nuestro esfuerzo con una vida personal más arraigada en Cristo y eficazmente misionera.
Un conocimiento mayor de los Sacramentos y la Liturgia servirá para aprovechar mejor estas fuentes de Gracia de Dios; es una pena que por ignorancia tantas personas no se acerquen al tesoro de los Sacramentos de Cristo, tal vez porque solo ven en ellos prácticas externas que no entienden.
En la transmisión de la fe, las experiencias y sentimientos personales pueden jugar un papel importante en el primer paso hacia la fe, pero son necesarios los fundamentos sólidos que faltarían si la dejáramos apoyada en la fragilidad y variabilidad de los sentimientos.
lo que hacen todos. Dios da sus luces, pero cuenta con nuestro esfuerzo para conocer lo que nos ha revelado. La vida cristiana requiere ahondar en las Sagradas Escrituras, en el valor de la oración y en los modos de orar para hacerlos vida. Nuestro cariño y alegría cristianas son cauce para
que Dios mueva a las personas a buscarlo, pero cuenta con que sepamos transmitir el mensaje de salvación, profundizando en su contenido, haciéndolo vida. El Espíritu Santo premiará nuestro esfuerzo con una vida personal más arraigada en Cristo y eficazmente misionera.
Un conocimiento mayor de los Sacramentos y la Liturgia servirá para aprovechar mejor estas fuentes de Gracia de Dios; es una pena que por ignorancia tantas personas no se acerquen al tesoro de los Sacramentos de Cristo, tal vez porque solo ven en ellos prácticas externas que no entienden.
En la transmisión de la fe, las experiencias y sentimientos personales pueden jugar un papel importante en el primer paso hacia la fe, pero son necesarios los fundamentos sólidos que faltarían si la dejáramos apoyada en la fragilidad y variabilidad de los sentimientos.
Fuente: Parroquia San Roque
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