24 mar 2013

DOMINGO DE RAMOS 2013, en Coronel Du Graty



DOMINGO DE RAMOS 2013
Homilia.
En éste ciclo litúrgico "C", la Iglesia nos invita a contemplar el relato de la Pasión de acuerdo al evangelista Lucas, el cual evita en lo descriptivo lo que pudiera sonar demasiado cruel, optando por palabras más suaves. Como para que la pasión resulte menos cruel o chocante, sin embargo la realidad con la que nos tropezamos a diario es lo suficientemente chocante como para sacudirnos y hasta desestabilizarnos.
San Lucas no deja de presentar a nuestro Señor Jesucristo como el Justo perseguido, el cual nos invita a orar para no caer en la tentación, lo cual implica confiar más en Dios que en nuestras propias fuerzas. Nos muestra un Jesús que manifiesta su misericordia con el que le cortan la oreja, perdonando a los que lo matan, prometiendo el Paraíso al Buen Ladrón; o preocupándose de lo que le pasará a Jerusalén cuando se encuentra con las mujeres en el camino al Calvario.
Podríamos decir que estamos ante una antinomia ¿Cómo encastra una realidad que diariamente nos golpea, con una imagen de Jesús, el hombre perfecto, nuestro modelo, que encarna en sí la bienaventuranza acerca de los mansos y humildes de corazón?
En éste relato de la Pasión que hemos leído vemos a Jesús siempre preocupándose por los demás, y no por Él mismo. Encontramos en Él lo contrario al egoísmo. Es el egoísmo el gran cáncer del ser humano que lo lleva a destruir aún lo mas noble y hermoso. El egoísmo es el pecado de fondo que encontramos en cada uno de los que intervinieron  de una u otra forma en el deicidio.
Si buscamos en el diccionario de la lengua española la palabra "egoísta", dice: se dice de la persona que antepone el interés propio al ajeno, aunque acarree perjuicio a los demás, también se dice de sus acciones y comportamiento". Por ello el egoísmo es un pecado capital, porque es cabeza de un montón de otros pecados y se relaciona con los demás pecados capitales, es el origen de una conducta y una vida pecaminosa.

 Durante estos días de la Semana Santa, en la cual nos detendremos a contemplar los misterios de la Pasión, Muerte, y Resurrección del  Señor; los cuales en realidad son un mismo acontecimiento de tal densidad que para ser comprendido al menos en una mayor profundidad pedagógicamente los desplegamos.
Los cuales han de conmovernos, y está bien que así sea, no hemos de dejar de tener presente que detrás de éste gran drama está la lucha entre el egoísmo de nuestros corazones y la mansedumbre, la ternura, la misericordia de Dios que busca el bien de todos, el bien común a toda la Creación, la participación en la vida divina; y para ello no escatima esfuerzo, sino que en un derroche de generosidad, no da unos bienes, sino que se da a Él mismo. Sin siquiera hacerlo notar, sino mansamente.
Que ésta Semana Santa, a la que hemos dado inicio con ésta celebración de Ramos, haga efecto en nosotros, que no resbale sobre nosotros, que los distintos misterios vayan empapando y penetrando nuestros corazones como una lluvia mansa, que haga germinar en nosotros la buena simiente oculta en nosotros, esa que recibimos de nuestros mayores; a veces sofocada por un medio que cultiva el olvido de la búsqueda del Bien Común haciéndonos olvidar que Verbo Eterno de Dios se encarnó en el seno purísimo de la Virgen María, anunció el Reino, abrazó la Cruz, murió y resucitó para que los hombres seamos mas hermanos y vivamos como tales.





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